jueves, 20 de noviembre de 2014

ESTE JUEVES: AMOR OBSESIVO



-Es una despedida anunciada,  esta relación ha sido desde el principio muy extraña y es de esperar que su final sea doloroso. Así pensaba ella sentada delante del ordenador donde había pasado tantas horas dedicadas al hombre que le prometía amor eterno. Como todas las relaciones comenzó siendo un torbellino, todas las horas parecían insuficientes para dedicarlas a sus arrebatadoras conversaciones, se acostaban dándose mil adioses
y madrugaban para que el día les regalara más horas de amor. Si tenían que ausentarse las horas se hacían eternas. Fueron pasando los meses y sus deseos seguían en plena ebullición pero entre sus palabras empezaron a aparecer algunos reproches, en principio cosas a las que no dio importancia e incluso se tomó como una señal del profundo amor que le profesaba. 
-¿Dónde has estado, con quién, dime que has hecho hoy...
- No podría vivir sin ti, si me dejas me moriré. Eres mi único pensamiento. Estoy enfermo de amor y tú cada día pareces más alejada. 
Tras horas de largas explicaciones y la mente aturdida sin comprender el motivo de tantas las preguntas y dudas, de aceptar culpabilidades por no alargar la discusión, de matar sus principios por mantener la ilusión de los sueños proyectados, la situación solía terminar con una reconciliación apoteósica, una exaltación del amor, los besos más apasionados y las palabras más dulces jamás pronunciadas. Sí,  así eran los finales de sus discusiones algo grandioso que les llenaba de satisfacción,   pero cada vez era más frecuente, siempre había una palabra, una frase dicha, una tardanza en contestar, un olvido, un mensaje no contestado, una despedida menos apasionada para que saltara el detonador y se prendiera la mecha. Los mensajes y llamadas podían ser señal de la necesidad que tenía de estar en contacto con ella, ¿pero eran eso?. Llegó a pensar que lo que realmente le gustaba a él era esa euforia de la reconciliación. Una y mil veces las conversaciones eran reproches y disculpas, él pedía más y más y ella explicaba una y otra vez con las mismas o parecidas palabras. Alguna vez la situación llegó a ser tan incómoda que lo mejor era dejar de hablar para no sacar las cosas de quicio y decir cosas que más tarde fueran un nuevo motivo de enfado. A esto solía seguir una llamada de teléfono en la que se pedían disculpas y se acababa hablando del amor tan especial que se tenían, el más grande que nadie haya podido sentir nunca y él recalcaba que nunca nadie la había amado de una forma tan intensa y que nunca podría encontrar un hombre tan entregado a su diosa. Esto la desarmaba y aunque cada vez se le hacía más difícil creer en esa entrega, era tanto su deseo de que así fuera que anulaba de su mente todas las señales que le anunciaban el fracaso al que esta relación se abocaba. 
-No puedo estar siempre disculpándome. Me haces sentir muy mal. Vamos a intentar vivir.
-Sí mi amor, vamos a intentar vivir, te amo como nunca he amado.
-Lo siento pero no te creo, esto no es amor
-Tú no puedes figurarte lo que siento.
-Sientes pena de ti mismo por tu sufrimiento.
-Admitiría todo, te amaría con tu cuerpo deformado, me daría igual, sería tu esclavo, pero mi corazón no soporta la duda y tu deseo de ser totalmente libre.
-Déjame, déjame de una vez, no me atormentes más. Adiós.
-Sí amor de mi vida, amor mío lo haré, te lo prometo vida mía. Te amo.
-Hoy ya ha sido el final, aunque me duela tengo que luchar contra esta obsesión, este ha sido el adiós definitivo.
Y de nuevo una reconciliación que solo duró tres días porque al primer mensaje no oído y por lo tanto no contestado los infiernos se abrieron bajo sus pies y todas las palabras de amor fueron de nuevo devoradas por las llamas.
Y así una vez, y otra, y otra...


12 comentarios:

Sindel Avefénix dijo...

Una historia que me ha puesto los pelos de punta! La he vivido bastante de cerca y es algo ciertamente insoportable. Pero hay que ser muy fuerte para salir de ello. No sé si es "amor" quizás lo sea de manera excesiva o tóxica, pero lo mejor es alejarse de esto, ya que nunca cambia.
Tremendo y para pensar!
Un beso enorme.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Coincido con Sindel sobre que dudo de que esa forma de control y manipulación sea amor verdadero, sano y generoso. Me parece que se trata solo de una obsesión atada a una altísima cuota de propia inseguridad.Mejor cortar rápido con esa trampa.
=(

Ester dijo...

No es amor, no puede serlo. es enfermedad. Muy dura la historia y parece que frecuente. Un abrazo

Juan L. Trujillo dijo...

Miedo me da pensar, hasta donde llegarían sus ansias de posesión obsesivas, cuando ese amor dejara de ser cibernético y pasara a ser físico.
O quizás ese sea el problema.
Piel con piel, los amores suelen ser distintos.
Un abrazo.

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Desde luego que ese amor es pura obsesión. Cuando cuartas la libertad del otro, eso no es amor, es posesión, como un objeto sólo mío.
Muy bien relatada esa obsesión.
Un abrazo

yessykan dijo...

Un amor tóxico, una unión tormentosa y llena de sufrimiento, sin tranquilidad y placer. !Que horror!
Un beso

LAO dijo...

Está muy claro que eso no es amor real. Sin embargo es muy común, inclusive entre amigos o de padres a hijos etc. Muy buen relato.

Alfredo Cot dijo...

Un ejemplo de obsesión que transciende a un tercero, y seguramente con desenlace dramático.
La obsesión por adueñarse de una vida que no es la tuya.
Muy claro el mensaje.
Besos

Gaby* dijo...

Un amor enfermizo... si es que el amor bien entendido puede reinar en una relación así. Lo contaste Leonor, de tal manera, que el traqueteo emocional parece apoderarse de una hasta asfixiar. Es imposible no querer salirse de la trama. Hay obsesiones que aprisionan a uno de tal modo, que aunque se quiera salir, la salida siempre está vedada. Muy bien pintado ese amor obsesivo!
Besos!
Gaby*

María José Moreno dijo...

Amor enfermo que puede llegar a la celotipia y que se transforma en un padecimiento para el enfermo y para el objeto de su amor. Hay que cuidarse ante la mas mínima sospecha y salir corriendo. Consejo de psiquiatra ;-)
Muy bueno.
UN besote

Juan Carlos Celorio dijo...

¡Madre mía! ¡Qué pesadilla! Creo que es motivo para cambiar de cuenta de correo, de número de teléfono, etc.En realidad es mejor que suceda ésto de forma virtual que entre vecinos.
Buena historia. Besos.

José Vte. dijo...

Hay relaciones tóxicas que se retroalimentan una y otra vez sin que parezcan tener fin. De estas relaciones están llenos los noticiarios, desgraciadamente.

Muy buen relato Leonor, realmente llega a estremecer tanta dependencia.

Un abrazo.